Utilizar los olores para identificar una marca es una técnica que diversas empresas utilizan.
La aromaterapia no es nada nuevo en nuestra historia. Tal vez los antiguos egipcios hubiesen sido encantados con la actual estrategia del Marketing Olfativo. En años recientes se ha descubierto que la estimulación olfativa por medio de fragancias origina una serie de efectos psicofisiológicos en el ser humano.
El antiguo Egipto era famoso por sus aromas y perfumes.
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El Aroma y la Memoria
La palabra aroma parece tener su origen en Grecia; aromenai, arrancar. El olfato es uno de los sentidos que más impacto genera. Los olores están conectados con la memoria que hace recordar situaciones, lugares o momentos determinados. La memoria olfativa está anclada en nuestra infancia con los recuerdos más potentes.
La memoria olfativa no desvanece y su fuerza depende de la importancia que ha tenido la situación en la cual el olor ha sido percibido en el proceso de aprendizaje. Los olores son sugerentes y consiguen en pocos segundos desencadenar muchos más pensamientos que una imagen o color.
Al descubrir que quemando corteza o hierba se percibía un olor aromático, y se consumían ciertas plantas afectaba la manera de sentirse se empezaron a utilizar ciertas plantas aromáticas en ritos religiosos y curaciones.
La fuerza sensorial del aroma
Hay que tener en cuenta que cada aroma es diferente y desencadena diversas asociaciones. El aroma de vainilla está asociado con la seguridad de la infancia; el olor a hierba al aire libre. El olor a coco es relacionado con vacaciones y playa. La fragancia de canela puede dar hasta la sensación de estar en casa. La cadena de pastelerías estadounidense tiene precisamente este nombre Cinnabon. Un ambiente aromatizado con menta trasmite energía.
La marca adopta su perfume con esencias específicas para propiciar respuestas extraordinarias entre los consumidores. Los aromas pueden producir una respuesta emocional más que racional causando un impacto en la mente de los clientes como las recientes investigaciones han venido demostrando.
Según un estudio realizado por la universidad Rockefeller de Nueva York “recordamos un 2% lo que oímos, un 5% lo que vemos y un 35% lo que olemos”; los aromas son capaces de evocar recuerdos de manera inmediata.
¿Qué sería ir al cine sin comerse unas palomitas? Esta fragancia a palomitas que sentimos ya desde distancia nos tiene como imán y seguramente seguirá consumiendo más productos. Esto se llama la fuerza sensorial del aroma. Nos seduce y es difícil de resistir; sobre todo, si tenemos el último consumo bien anclado en nuestra memoria.